La ciudad de Montreal

Montreal es una ciudad especial. Una ciudad con un carácter totalmente quebequés, candiense y norteamericano, pero que ha sabido retener muchos rasgos de la colonización francesa creando un estilo de vida y una estructura urbana que ofrece una fusión con rasgos difíciles de encontrar en otras ciudades del continente.

Es una ciudad donde los rascacielos del skyline del centro financiero comparten protagonismo con los cafés del Plateau o el bullicio durante casi todo el día de la Rue Sainte Catherine.

Montreal es también una ciudad joven, abierta y cosmopolita. Totalmente quebequesa, con el francés como lengua oficial, pero oficiosamente bilingüe, con barrios donde la población anglófona es mayoritaria y capaz en su práctica totalidad de permitir que cualquier visitante o nuevo residente sea capaz de desenvolverse tanto en inglés como en francés. También es una ciudad en la que las universidades cuentan con un importante papel como punto de atracción de jóvenes que traen consigo una importante vida cultural y ocio nocturno.

Y, aunque quizá en menor cantidad que en otras ciudades canadienses, Montreal es también una ciudad multicultural, que ha recibido muchos inmigrantes de otras zonas del mundo y hoy cuenta con comunidades importantes procedentes de países asiáticos, latinoamericanos y europeos.

Una ciudad geográficamente llamativa

Mont RoyalPero parte del carácter de Montreal viene ya determinado por su especial geografía. La ciudad se encuentra situada en una isla sobre el río Saint Laurent, que condiciona su extensión y le da cierto toque de ciudad portuaria -especialmente al Vieux Montreal, su parte más histórica y tradicional-, pese a estar a más de 100 kilómetros de la costa.

Aparte de su condición de isla, la geografía de la ciudad está condicionada también por la colina que domina todo su centro, el Mont Royal, que dio nombre a la ciudad y que hoy es el gran pulmón verde del centro y el mejor lugar para disfrutar de sus vistas. A él podemos acceder fácilmente desde el centro de la ciudad o desde el Plateau y cuenta con zonas que parecen un pequeño bosque dentro de la ciudad.

Una parte histórica que recuerda a Europa

Una de las partes más llamativas de la ciudad es el distrito histórico, conocido como Vieux Montreal (en francés) u Old Montreal (en inglés). Es la zona alrededor de la cual se originó la ciudad moderna y está situada al este de la isla, junto al río y el viejo puerto. Allí podremos encontrarnos con callejuelas peatonales con edificios con fachadas de piedra de un característico color gris.

En esta zona, la de mayor atractivo para el visitante, podremos encontrar también algunos restaurantes de calidad mezclados con las típicas tiendas de recuerdos para turistas. Podemos recorrerla a pie perfectamente, no es especialmente extensa y sus calles estrechas hacen que no sea fácil moverse con el coche, y desplazarnos entre edificios representativos como el Ayuntamiento o la Basílica de Notre Dame en un paseo de pocos minutos.

También en la zona podemos acercarnos por el Port Vieux, que ha perdido su carácter de centro de transporte para convertirse más en un amarre de barcos de recreo y turísticos y ha concentrado en sus alrededores algún pequeño museo y un agradable paseo junto a la orilla del río.

La Rue Sainte Catherine

Montreal es una ciudad cuya organización urbana tiene algo de fusión entre el estilo de ciudad europea y americana. La separación entre centro urbano y barrios periféricos no es tan abrupta como en otras ciudades del continente y, lejos de perder el movimiento habitual fuera de las horas de trabajo, su centro comercial y urbano sigue manteniendo la vida y animación durante la noche gracias a sus numerosos bares y restaurantes.

Vieux MontrealLa Rue Sainte Catherine es el eje principal de la ciudad. El Boulevard Saint Laurent la divide en dos partes -Este y Oeste-. La parte Este de la calle es hoy el eje del barrio gay de la ciudad y se ha convertido en una zona de referencia de ocio. Los banderines de papel colgados de un lado a otro de buena parte de la calle se han convertido en una de sus señas de identidad.

Por su parte, la Sainte Catherine Oeste es la gran referencia del centro urbano de Montreal. Lejos de ser una gran avenida o albergar altísimos rascacielos es una calle bastante estrecha. Tras el cruce con la calle Berri alberga lo que podría ser una especie de pequeño barrio rojo en la ciudad. Es a partir de la zona peatonal de la Place des Arts cuando Sainte Catherine se convierte en la principal referencia comercial de la ciudad, con numerosas tiendas y acceso a algunos grandes almacenes y galerías comerciales.

Por ella podemos acceder también al RESO, o la llamada Ciudad Subterránea, una serie de galerías subterráneas de más de 30 kilómetros de longitud con tiendas y establecimientos de hostelería, que nos permiten movernos por el centro de la ciudad los días del frío invierno sin tener que salir a la calle.

En este tramo de Sainte Catherine también encontramos algunos bares y cafés que comparten protagonismo con las tiendas, pero es sobre todo a partir del cruce con la Rue Peel -que si la seguimos nos deja al pie del Mont Royal- cuando las tiendas empiezan a ceder su papel protagonista a los bares y restaurantes que nos vamos encontrando en nuestro camino hacia el oeste.

El Mont Royal

El Mont Royal es la gran referencia geográfica de la ciudad y el que le dio nombre con su antigua denominación de Mont Real. Sorprende encontrarnos de repente, una colina tan notable en mitad de una ciudad mayoritariamente plana, pero es uno de los puntos con más encanto de la ciudad.

La mayor parte del Mont Royal es un parque, aunque en su lado occidental hay espacio también para dos cementarios. El parque ocupa toda la ladera de la subida hasta su punto más alto -la cruza a 233 metros de altura- y cuenta con numerosos caminos y senderos por los que podemos pasear rodeados de bosques y ardillas y, casi siempre, con vistas de la ciudad a lo lejos.

No obstante, el mayor atractivo para los visitantes de la ciudad es subir hasta el mirador del llamado Chalet del Mont Royal desde donde se puede ver una completa panóramica desde lo alto del centro de Montreal.

Cuando el clima cambia en verano y el sol llega a la ciudad, es también interesante pasar los domingos por la pradera del lado este que se convierte en un improvisado lugar de encuentro para jóvenes y no tan jóvenes con ganas de disfrutar de una cara alternativa de la ciudad. Durante horas, se toca el tambor, se baila o se sienta en el césped a disfrutar de un picnic.

Plateau

Plateau Mont RoyalAl norte del Mont Royal se encuentra la zona de Plateau Mont-Royal, uno de los barrios más populares de la ciudad. Lejos del bullicio de la Rue Sainte Catherine, el Plateau es un barrio de pequeños edificios y calles tranquilas, si bien con algunas avenidas algo más amplias que lo atraviesan, conocidas por sus cafés, sus tiendas de moda y sus librerías. Es un distrito bastante joven, lo que también facilita que haya algunas zonas conocidas por su vida nocturna.

Lo más llamativo del Plateau nos lo encontramos callejeando por sus calles, con su arquitectura típica de edificios de dos o tres plantas situados en calles restas y tranquilas. No obstante, el elemento diferenciador de la arquitectura de la zona -y de Montreal en general- es que el acceso a los diferentes pisos de la casa (que generalmente corresponden a apartamentos diferenciados) no se hace por una escalera interior, sino directamente desde la calle. Aparecen así las escaleras retorcidas de barandillas metálicas negras. Son similares a las de caracol, pero no llegan a enroscarse sobre sí mismas.

El amplio distrito de Plateau es también una de las referencias gastronómicas de la ciudad. En él hay numerosos pequeños restaurantes y cafés, algunos de ellos con especialidades tan concretas como la poutine del restaurante La Banquise, los bagels de la panadería St Viateur -en la zona del Mile End, el antiguo barrio judío en el que aún hoy podemos encontrarnos con paseantes vestidos con el atuendo tradicional de la comunidad- o el pastrami de la Charcuterie Schwartz’s en el animado Boulevard Saint Laurent. La región de Quebec, en general- y Montreal en particular- es la príncipal referencia gastronómica de Canadá.

Montreal en verano: El buen tiempo cambia la ciudad

Pero es imposible hablar de Montreal sin mencionar lo mucho que condiciona el frío la vida de la ciudad. Montreal es, posiblemente, una de las grandes ciudades más frías de América del Norte. Los inviernos son largos, oscuros y muy fríos, por lo que es casi imposible hacer vida en el exterior. Sin embargo, durante la primavera y el verano, los habitantes de la ciudad se desquitan de los meses duros y se lanzan a la calle con festivales y eventos.

El principal de ellos es el internacionalmente conocido Festival de Jazz, que se desarrolla entre finales de junio y principios de julio, y que llena de público los espectáculos organizados en teatros y diversas calles de la ciudad. Pero no es la única razón por la que los habitantes de Montreal se echan a la calle cuando el tiempo es bueno: festivales de barrio o sesiones de cine al aire libre abundan en la ciudad cuando el clima acompaña.

El legado de las Olimpiadas y la Exposición Mundial

Biosphere MontrealMontreal fue, también, una ciudad olímpica en el año 1976. Muchas veces llama la atención la poca atención -o casi rechazo- que este hecho genera en sus ciudadanos, debido más que posiblemente a los elevadísimos costes que el evento supuso a la ciudad y a los problemas que ha sufrido el estadio olímpico desde su inauguración. No obstante, su legado sigue estando presente en la ciudad.

La zona olímpica de Montreal está situada en el noreste de la isla, bastante alejada del centro de la ciudad. Tiene dos edificios especialmente representativos: el Estadio Olímpico y el edificio de la antigua Villa Olímpica. El Estadio tiene como principal elemento de interés una torre mirador inclinada -la mayor del mundo en su categoría-, pero tampoco es excepcionalmente atractivo. Por su parte, el edificio de la antigua Villa Olímpica, con su forma triangular, es curioso de ver.

De aquellas olimpiadas queda también el canal de regatas en el río Saint Laurent, que entronca con el legado de otro gran evento de la ciudad de Montreal: la exposición mundial de 1967. Su centro fueron las pequeñas islas de Sainte Helene y Notre Dame, al este de la ciudad. En ellas se encuentra hoy el Parque Jean Drapeau, el Casino y el circuito de Fórmula 1, pero de aquella exposición ha quedado el museo de la Biosphere, con una estructura en forma de esfera que la recubre. El parque es un excelente lugar para disfrutar de un paseo en el verano y también alberga un parque de atracciones.